martes, 30 de octubre de 2012

El necesario miedo al ridículo

Existen muchos tipos de miedo, pero sólo merece la pena tener miedo al ridículo. El sentido del ridículo no es uno de los cinco sentidos que enseñan en el colegio. Jimmy creía que debería incluirse en la lista. El cowboy mantiene el cigarrillo humeando en la boca mientras levanta el poncho lo justo para que asome un poco la pistolera. Desenfunda. Usa el arma y ningún espectador puede quejarse de su puntería. Comienzan a retirar los carteles de “se busca”. En la taberna le sirven el mejor guiso, se acerca a pagar a la barra y la camarera le dice “perdona, llevas un poco de salsa en la comisura de los labios, pero no es nada comparado con el moco que te asoma de la nariz”. Toda la clientela puede escucharlo, lo miran y él no encuentra momento para limpiarse el moco. Ya nadie recuerda que aquél hombre les ha liberado de un malhechor solo una hora antes.
Jimmy esquivó esa peladura de plátano a la perfección, con disimulo, casi pareció un elegante paso de baile. Y se sintió orgulloso.

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