Se llama Jou Fox, introdujo a Jimmy la camarera. Se pasa
aquí todo el día. Bebiendo.
Jimmy miró a Fox con la triste certeza de que aquella mirada
nunca sería correspondida.
Cabizbajo, Fox bebía, negaba, volvía a beber. Al menos Jimmy
notó el típico hilo espiritual que une a dos compatriotas fuera de su tierra. Las
vidas de Jimmy y de Jou habían coincidido en aquella taberna del pirineo
francés. Jimmy quería saberlo todo y la camarera tenía ganas de hablar.
Hacía entonces justo un año, los agricultores de la zona
decidieron formar con sus tractores una bicicleta en movimiento para llamar la
atención de la televisión que retransmitía el Tour de Francia desde
helicóptero. Se daba en directo, por lo que alguien se encargaría de grabar en
vídeo la retransmisión de ese día para que los agricultores pudieran ver el
efecto de su bicicleta desde el aire.
Diez tractores formaban el cuerpo de la bici y otros veinte
se distribuían en círculos a modo de ruedas en movimiento. Estaban
perfectamente sincronizados para que las ruedas de la bici girasen al unísono.
El ensayo duró dos semanas.
Todos tenían claro que sería Jou Fox quien se encargaría de
grabar la retransmisión del Tour en una cinta de vídeo desde su casa. Era
americano y todo el pueblo asociaba su apellido al mundo del cine, aunque Fox
siempre se dedicó al cultivo del algodón y nunca había dado a entender otra
cosa.
El helicóptero sobrevoló la finca de Pierre y las cámaras
captaron a la perfección el efecto de la bicicleta móvil. La camarera lo recordaba
perfectamente.
Pero Jou no lo grabó.
Tartamudeando se lo explicó a los agricultores. No había seguido los pasos
correctos para que empezase a grabar la cinta. Los agricultores nunca se lo
perdonaron. Venía de América.
Por compasión, Jimmy se acercó a Jou. Le diría algo en
inglés para intentar animarlo. No pudo. Jou balbuceaba algo así como “play… y,
una vez corre la cinta, le doy al rec… pero no fui capaz”.
moraleja; no aparentes lo que no eres
ResponderEliminaradolfo